Al mal tiempo buena cara

Hace tres semanas que llegamos y sin embargo parece que fue ayer, porque nos hemos mantenido en un estado de estancamiento que parece, por ahora, va desapareciendo. Por fin decimos adiós a la habitación de Almu y su cama (pobrecita), para mudarnos a una nueva a casa compartida con E, mi amiga venezolana. Se han cumplido varios rituales ya, como el pedir dinero a nuestros papis (que nunca falla), llegar a la euforia (¡ESTAMOS AQUÍ!) y pasar por el fondo también, viendo que no encuentras curro, que en esta casa donde viven Los Otros, porque solo se escuchan puertas, no te tienen mucho aprecio; echas de menos tu cama, tu tele y tu salón... Y al final, gracias a los que nos quieren y a este sol que hoy ya se está despidiendo para dar paso al otoño, la moral vuelve a subir y sale algún curro, una casa setentera en la que al menos podemos dormir y más opciones con las que sobrevivir. Y así sin más, nos olvidamos de que no hay dinero en el banco, de que los rockstars aburren y tocan mucho las pelotas, y de que nos sentimos un poco olvidados; siempre poniendo una gran sonrisa a la suerte, a ver si en una de éstas se fija en nosotros y nos la devuelve.