Principio y fin en un fin de semana

Nota: Posteado con retraso.
Lunes por la mañana, lloviendo a cántaros y escuchando al fin los cds de Andrés Calamaro que N.3 le rateó a Almu. Lunes cualquiera? No, lunes después de. Parece mentira la de cosas que te pueden pasar en un fin de semana, porque para bien o para mal he empezado y me he empeñado en cambiar las cosas. Ahora solo hay que ver (y empeñarse más) si llegan a algo o no.
El viernes di el notice en el curro, después de un día para olvidar en mi querido M&S, siempre lleno de niñatos y favoritismos. Con un ambiente así no se puede trabajar, cuando te das cuenta todas las putas mañanas que lo menos que se te apetece en el mundo es ir a ese lugar a compartir 8 horas de tu vida (5 días por semana) con esa panda de impresentables que lo único a lo que aspiran ( o pueden aspirar, puesto que a la mayoría su coeficiente intelectual no les da para más) en esta vida es a ser un assistant manager, un triste jefucho que se encargue de organizar las nóminas. Qué triste. Y encima que te traten como si fueras escoria por no seguirles el juego, por no entrar en ese mundo conformista en el que lo único de lo que puedes hablar es de los turnos que no te han cambiado y de lo mucho que te duelen los pies, y en el que todos acaban liados unos con otros, como una especie de comunidad Amish, casi endogamia. Da miedo, yo paso de seguir aquí, me largo. Y de esta misma manera se lo he comunicado a mi manager, quien, de buena fe y supongo que bastante acojonado porque sabe que poco a poco se va a quedar sin gente que le curre de una manera más o menos decente, me ha dado todo el tiempo que necesite hasta que encuentre otro trabajo. Me parece muy bien, me puedes dar todo el tiempo que quieras, yo me doy hasta finales de diciembre. A lo sumo principios de Enero.
El sábado, para más cachondeo, fue la cena de Navidad de la empresa. Yo ya había pagado y no pude cambiar de opinión a última hora, todos mis amigos del curro se rajaron y pasaron de ir, y yo me tuve que presentar allí con unos zapatos que no soportaba y una depresión postfiesta que me estaba matando. Me sentía ridícula, estúpida embutida en ese traje rojo y esos tacones; todos coincidieron en que estaba muy guapa, todos menos el que a mi me interesaba, lo que es igual a nada. Quién coño me mandaría a ir a verlo al pub con esas pintas?? La cara que se le quedó era para olvidar.. y el ridículo que hice para recordar (NO se te ocurra hacer eso otra vez!). Además de todo eso, una comida asquerosa, una compañía tan falsa, tonta y pesada que me daba tirria, y un frío.. me estaba pelando.
El único día que me merece la pena recordar (saltando, gritando, diciendo “Eres la puta bomba!!!!!”) es el viernes noche. Fuimos a ver a los niños, bueno, ver es un decir, porque llegamos tarde y era donde el diablo perdió la zapatilla. Nos tomamos una cervecita y de vuelta en guagua para el centro (si eso no es ser devota que me digan a mí, a ver donde estaban el resto de niñatas que vienen a los demás conciertos). Llegamos al antro electro, arrastrando a algunos con mi egoísmo y ganas a morir de ver al Niño, pero al Niño se lo había tragado la tierra. Al final lo encontré bailando como un loco y no sé cómo ni por qué me empezó a besar. Y toda la noche juntos. Fue.. joder, fue increíble, no podía esconder la sonrisa tonta de la que todos se reían. ¿Cómo fue, que yo me lo perdí, que en algún momento a este niño le empecé a gustar, después de verme durante un mes acabada de levantar, borracha como una cuba, es decir, en todas las facetas en las que DE NINGUNA MANERA quieres que te vea un tío que te gusta?
Y ahora ¿QUÉ? Nos despedimos el sábado por la mañana y, a excepción del sábado por la noche, si te he visto no me acuerdo.
Y aquí comienza la semana de incertidumbre recién bautizada: Donde dije Diego digo ¡Prefiero partirme las piernas!